Raíces de un Diálogo es una muestra que nos impulsa a indagar en nuestro poder comunicativo dentro de una sociedad, presentando una serie de piezas que conversan como unidad simbólica del poder de interconexión de nuestros bosques.


La ciencia nos ha demostrado que nuestros bosques hablan. Los árboles forman parte de un complejo tejido subterráneo entre raíces y hongos, que contribuye a la subsistencia del ecosistema forestal. Esa asociación simbiótica, que recibe el nombre de micorriza, permite a los árboles compartir información sobre su estado de salud, el estrés al que se ven sometidos y sus niveles de nutrición a través de “árboles madre” que, desde el centro de la red, ayudan a regenerar y conservar el bosque. Esta red social de cooperación se extiende incluso al aire por donde liberan compuestos químicos que se perciben a través de los estomas de las hojas, en caso de incendios, plagas, tormentas o daños ambientales extremos. Los árboles funcionan como sistemas complejos y fascinantes, que actúan cooperativamente para defenderse como si el bosque fuera un sólo individuo. 


Las esculturas humanas en madera de pino dibujan un paisaje de naturaleza primitiva. Figuras con alma y espíritu de resistencia, que exhiben las marcas del tallado como heridas abiertas que defienden su existencia. Huellas sobre la corteza de su piel, que atesoran el recuerdo de la supervivencia


Esta exposición supone una llamada a la introspección comunicativa donde el mundo bajo tierra imita las redes neuronales y sociales del ser humano. Una llamada a la colaboración y protección entre especies hermanas que pocas diferencias separan.